Biografías del desastre

Yo regalo mis Historias

Israel Centeno

Biografías del desastre

Tomo I: El Pedo

Autor de PedoPáramo, La ciudad y los pedos y El pedo de los inocentes, este volumen recoge la vida del único escritor cuya consagración olía. Nadie lo leyó, pero todos lo citaban. Nadie lo vio, pero su aroma flotaba sobre las letras de medio continente. Desde Caracas hasta Alberta, pasando por editoriales en sobres Manila y becas escandinavas, el Pedo dejó una estela inolvidable.

Este es el relato del que se rajó hacia el norte, más perdido que el buque El Terror, pero más presente que muchos autores premiados. Su legado no está en las bibliotecas, sino en el aire.

Próximamente: La Antóloga Ciega de Montevideo y El Traductor que Nunca Tradujo.

El Pedo: Cronista Aromático de las Letras Latinoamericanas

No tuvo patria ni patria lo reclamó. Nació en una urbanización de clase media, cuando el río Catuche aún no olía a muerte, sino a infancia. Lo llamaron muchas cosas, pero en la historia quedó como El Pedo: autor, antólogo, traductor de lenguas extintas, corresponsal epistolar de Peruchín y, sobre todo, el único consagrado por el fracaso que huele.

Decían que todos los grandes autores latinoamericanos habían pasado, al menos una vez, por su aroma. Era el rito no escrito de consagración. No bastaba con escribir bien, ni con ganar premios, ni con publicar en editoriales prestigiosas: si no tenías el aroma del Pedo, estabas condenado a la irrelevancia o, peor aún, a la respetabilidad.

El Pedo no corregía ni asesoraba. Olfateaba.

Y si le gustaba tu texto, te devolvía una nota breve: “Esto huele bien.” Aquello era el equivalente a un Nobel para los desesperados. Lo que siguiera ya no importaba. Tu cuento podía ser ilegible, tu novela un vómito de cursilerías, pero si tenía el sello invisible del Pedo, se vendía. Y no solo en editoriales. Se vendía en susurros, en anécdotas, en recitales de bar. Se vendía sin pasar por caja.

Entre sus obras más vendidas están:

PedoPáramo, novela mística de viento sostenido y muerte lenta, donde se explora la posibilidad de que todo el continente esté condenado a repetir sus pedos originarios. La ciudad y los pedos, ensayo urbano que rastrea las flatulencias fundacionales de nuestras metrópolis, desde Bogotá hasta Buenos Aires. El pedo de los inocentes, fábula brutal sobre escritores jóvenes que creen que pueden escapar del olor de su destino.

Todos publicados en editoriales que no existen, impresos en sobres Manila, traducidos al cariña, al yucateco y al sueco. La crítica los ignoró, lo cual fue parte de su plan. Porque para El Pedo, el mayor éxito era el anonimato impregnado: que nadie supiera quién escribió, pero todos recordaran el olor.

Años más tarde, cuando las universidades dejaron de citarlo y las becas se extinguieron como cigarros mojados, El Pedo se fugó. Rajó hacia el Polo Norte. Algunos dicen que vive cerca del Lago Louise, en Alberta. Otros aseguran que se congeló buscando inspiración en una tundra. Lo único cierto es que está más perdido que el buque El Terror.

Pero su aroma quedó. En ciertos cuentos inéditos. En poemas que huelen a encierro. En editoriales que nunca publican pero siempre prometen.


*Biografías del desastre, tomo I.

**El Pedo: Aroma y abismo de nuestra tradición literaria.

***Autor de PedoPáramo, La ciudad y los pedos y El pedo de los inocentes, este volumen recoge la vida del único escritor cuya consagración olía. Nadie lo leyó, pero todos lo citaban. Nadie lo vio, pero su aroma flotaba sobre las letras de medio continente. Desde Caracas hasta Alberta, pasando por editoriales en sobres Manila y becas escandinavas, el Pedo dejó una estela inolvidable. Este es el relato del que se rajó hacia el norte, más perdido que el buque El Terror, pero más presente que muchos autores premiados. Su legado no está en las bibliotecas, sino en el aire.

****Próximamente: La Antóloga Ciega de Montevideo y El Traductor que Nunca Tradujo.


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